Sobre lo que se me ocurra a la hora en que desee volcar algo de lo que pasa cuando chocan dos dendritas...
miércoles, 7 de octubre de 2009
La llegada de eso.
Nadie lo esperaba con ansías, pero se mentía. Era tarde, y si no seguía bailando se iba a tropezar.
Llegó de improviso, una vez más cumpliendo con la regla de recibir lo imprevisto en el momento adecuado.
Habrá sido 1 minuto eterno antes de conocerlo cuando se preguntó cómo sería, cuánto duraría, pero por sobre todas las cosas cómo se sentiría.
Al segundo 60 se cansó, los nervios le estallaron en los pulmones, y la abrazó.
En cualquier otro momento, hubiera sido capaz de describir con los ojos cerrados todas las decoraciones de su living con un detalle parsimonioso; y sin embargo en ese instante le era imposible saber siquiera dónde estaba la cocina.
Había llegado de improviso, y lo sabía antes de llegara. Pero no le daba garantía de nada. Sus hipótesis se adelantaban con una rapidez cada vez mayor a los hechos.
Ella lo miró fijo a los ojos, buscándose a sí misma en el reflejo. Dándose ánimos de confianza. Y él lo entendió como una señal.
Insisto en que llegó de improviso, pero ese beso fue una de las visitas menos esperadas más agradables en mucho tiempo.
Y fueron 30 segundos en que se olvidó de todo. Y a pesar de su estructuralismo, nunca se sintió tan feliz de su propia incertidumbre.
Al fin y al cabo, había arribado sin aviso, le había consumido infinitos nervios, le había creado la peor de las dudas, y hasta había logrado hacerlo tambalear en la inseguridad… Pero nada de eso importó; cuando el segundo 30 estaba terminando, suspiró y deseó que todos sus besos llegaran de la misma manera para siempre.
"It´s not the risk of what we lose..."
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